Ni su partido respaldó a la presidenta Claudia Sheinbaum en su iniciativa de aplicar la norma anti nepotismo en 2027, en pleno ejercicio. Tendrá que conformarse con verla al final de su sexenio, en el año del “pato cojo”, cuando el poder presidencial ya va de bajada.
No es menor que por tres senadores aspirantes a gubernaturas en el 27, impulsados por sus poderosos marido, hija y hermano, el Senado aplace los cambios propuestos por la iniciativa presidencial. Esa es la realidad. La presidenta no pudo, se la comieron las influencias y el peso de tres senadores. Argumente lo que argumente en su “mañanera”. Es lo que es, lo demás son potingues para amansar el ardor.
Para el caso de San Luis Potosí es todavía más lamentable. No pudo Sheinbaum con un partido “aliado” al que su antecesor le escrituró un estado. Un partido que es un mero negocio de principio a fin. De Verde tiene el nombre. Un partido empresa que obliga a burócratas, maestros y hasta juzgadores a afiliarse.Un partido corrupto, machista y veleta.
Lo único que cabe pensar es que sigue mandando su antecesor. Y por eso Adán Augusto, el senador emisario de López, se placeó ayer en el Senado, abrazado de esa lamprea rubia que es Manuel Velasco, como el héroe de esta victoria del nepotismo que aplasta en su irrelevancia a los morenistas potosinos, baila un zapateado sobre una presidencia acotada y regala al gobernador potosino el placer de pavonearse como un político que puede darse el gusto de pasar su proyecto personal sobre la voluntad presidencial.
No lo maquillen. No le echen suavizante. Así se ve. Y así es.