Después del papelón en que quedó el gobernador con su codiciosa y peor redactada iniciativa para reformar el poder judicial del Estado, no estará mal que haga una evaluación seria de las fallas en los procesos, las intenciones y las personas que estuvieron a cargo del proyecto. La bancada de Morena en el Congreso le puso una blanqueada beisbolera suficiente para entender que su aliada la 4T está acotando los términos de un acuerdo político que más parecía una concesión sin taxativas, hasta el resultado de la elección presidencial y al Senado.
Los asesores del gobernador no le advirtieron que si bien su reforma pasó aritméticamente sin el aval de los seis diputados de Morena, éstos no estaban solos ni era un capricho su postura. Todo el tiempo tuvieron el acompañamiento de los mandos centrales de la política en este país. Pecaron de soberbia quienes le vendieron la idea de hacer una reforma judicial a modo, pero con el paraguas de la reforma judicial federal, para facilitarse magistrados, jueces, consejeros y un “juez de jueces”. Todo un ecosistema gallardista cuyas consecuencias heredaría su sucesor, del partido que fuese. Quedaron como unos “listillos de pueblo” con su proyecto de control transexenal: ¿no calcularon que los mandos centrales de la 4T no han descartado impulsar a un morenista para suceder a Gallardo?
Por eso el gusto de sacar la reforma gallardista no les duró ni una semana. Obvio es que la “corregida” les cayó como tragarse una gorra de baño en salsa de tepocates. El meloso boletín emitido por el Congreso ayer, lleno de juramentos de amor y lealtad a la reforma judicial federal, solo los evidencia más.
El gobernador no se va en solitario con las “correcciones” a su reforma, le acompañan en calidad de copartícipes el ejército gris del partido Verde en el Congreso, los diputados satelitales del PT y las bancadas “opositoras” del PAN, PRI y MC. Sobre todo del PAN y tal vez eso explique los dislates furiosos del panista Rubén Guajardo Barrera.
Siempre calculador y mordaz, el legislador blanquiazul subió algo desnortado, sin tino y avinagrado en el intento de “sacar pecho”, solo para llevarse un par de estocadas del morenista Carlos Arreola Mallol, quien le hizo referencia a “las parentelas” en las nóminas del Poder Judicial. Lección: la estatura moral ajena no es tema nunca cuando la propia anda por los sótanos.