Una figura controvertida que vuelve a la pantalla con “María”, el filme que narra el rodaje de “El último tango en París” centrándose en la figura de la actriz Maria Schneider y de lo abusos sufridos por ésta, a manos del actor Marlon Brando y del cineasta Bernardo Bertolucci.
En la cinta, Matt Dillon da vida a Brando, mientras que la actriz rumana Anamaria Vartolomei asume el papel de Schneider en un filme dirigido por Jessica Palud. María debutó ayer con cerrada y larga ovación dirigida en especial a la actriz encargada de hacer justicia a Schneider, en la sección Premiere del Festival de Cine de Cannes. Anamaria Vartolomei apenas podía contener las lágrimas al concluir la proyección.
Junto a ella presenciaron el estreno el resto de los miembros del equipo, como el estadounidense Matt Dillon y Giuseppe Maggio, éste en el papel de Bertolucci.
‘Maria’ arranca con la prometedora actriz, que nació en 1952 en París y falleció en esa misma ciudad en 2011, abriéndose paso en el cine y siendo reclutada por Bertolucci para ‘El último tango en París’ (1972), a pesar de las reticencias de sus productores, que no veían bien que la joven elegida, de 19 años, tuviera aspecto de menor de edad.
Pero para el director italiano (1941-2018) Schneider era perfecta, ya que veía en la actriz, según cuenta el personaje en esta adaptación, una “página en blanco”.
En el rodaje, Brando y Bertolucci prepararon una escena de sexo real sin el consentimiento ni aviso de la protagonista. “Maria” se basa en las memorias de Vanessa Schneider, publicadas en 2018 bajo el título de “Mi prima María Schneider”.
La película abordaba una “relación física intensa”, le advirtió Bertolucci, y Schneider lo aceptó como un reto profesional, sin saber que, ya en el plató de rodaje, el director y su contraparte masculina en escena, Brando, la traicionarían para lograr una de las escenas más duras llevadas a la pantalla.
Se trata del momento en el que Paul, el hombre de negocios protagonista de la historia, viola a su joven amante, Jeanne (Schneider), ayudándose con mantequilla. Fue una escena que no estaba escrita así en el guion y que Brando y Bertolucci acordaron improvisar sin avisar a Schneider.
“Mis lágrimas eran reales”, denunció después la actriz, a la que la industria infantilizó y silenció.
Ninguno de los dos hombres que orquestaron aquel abuso, además, le pidió nunca perdón, según recuerda la película.
La actriz dio una de sus últimas entrevistas al Daily Mail en 2007, donde explicó su sensación tras la grabación: “Me sentí humillada y, para ser sincera, un poco violada, tanto por Marlon como por Bertolucci”.