“Ganó la autonomía”, fue la expresión que corrió desde la sala de sesiones del Consejo Directivo a todos los rincones del patio del Edificio Central de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), justo después de que se contó el voto número 30 a favor de Alejandro Javier Zermeño Guerra, para el periodo 2024-2028. 30 votos era el 50 % más uno de los 58 sufragantes reunidos en la sala, el porcentaje mínimo para ganar.
Vendrían otros 13 votos más para el médico rector, hasta sumar 43, contra 15 de Guadalupe del Carmen Briano Turrent. Hace cuatro años, Zermeño Guerra llegó a la Rectoría con 33 votos en una inesperada segunda vuelta.
Desde el año pasado, ante los constantes intentos de intromisión y obstaculización por parte de personas y funcionarios públicos ajenos a la institución, integrantes del Consejo Directivo Universitario solicitaron a Zermeño Guerra buscar la reelección, a fin de dar continuidad a los proyectos y programas ya iniciados y evitar la incursión de voluntades e intereses externos.
A principios de 2024, el tema de la elección comenzó a tomar fuerza cuando Zermeño Guerra hizo público su interés por buscar de nueva cuenta el cargo. Y a diferencia de procesos anteriores, el de este año generó más opiniones, algunas muy polarizadas, otras muy politizadas, lo que alimentó aún más el temor de una posible injerencia ajena a la UASLP.
A la contienda también se sumó Guadalupe Briano Turrent, quien durante su primera conferencia de prensa denunció haber sufrido violencia política de género y dijo que se reservaría el derecho de actuar jurídicamente ante lo que catalogó como “difamaciones” y “calumnias”. Esos señalamientos los mantuvo hasta el final de su campaña.
Aunado a lo anterior, no pasó desapercibido el hecho de que entre quienes la acompañaron a su registro como candidata, se incluyó una trabajadora de la Secretaría de Finanzas e hija de un funcionario del Instituto de Fiscalización Superior del Estado -sí, el mismo organismo estatal que insiste en auditar los recursos propios de la UASLP-.
El tercer candidato fue Pablo Nava Ortiz, quien se dijo listo para generar un cambio en la UASLP, con base en propuestas como un equipo de futbol universitario profesional y grandes gimnasios gratuitos.
Y mientras los tres aspirantes buscaban a las y los consejeros para presentarles sus propuestas de trabajo, solicitarles su apoyo en la votación y sí, hasta ofrecerles la posibilidad de un mejor futuro, en medios de comunicación y redes sociales -incluyendo WhatsApp- se fueron recrudeciendo los análisis y los elogios pero también los insultos y hasta las campañas de “lodo” sin fundamento. En algunos casos, los autores eran periodistas y opinadores cuyo prestigio los respalda; otros textos, provenientes de columnistas a sueldo, de esos que son ampliamente conocidos por sus métodos de extorsión y por vender sus teclazos al mejor postor.
Todavía el domingo, un día antes de la votación y después de la jornada de comparecencias realizada el pasado 22 de marzo, Briano Turrent estableció contacto con integrantes del CDU para solicitarles un sufragio reflexivo.
Y así llegó el día de la elección. Desde las ocho de la mañana, se vio a directoras y directores encaminarse a un restaurante de la avenida Carranza, donde habitualmente se reúnen antes de las sesiones de Consejo Directivo Universitario.
Una situación similar, pero en otro establecimiento ocurrió con las y los consejeros maestros, quienes se pusieron de acuerdo para desayunar en el restaurante “de siempre”. La diferencia en esta ocasión fue que, seguramente por casualidad, a unos cuantos metros de su mesa estaban también dos de los tres candidatos a rectores: Guadalupe Briano y Pablo Nava.
Antes de las 10:00 horas, directoras y directores de las diferentes facultades llegaron juntos al Edificio Central. Poco después, las y los consejeros maestros hicieron lo propio.
También, representantes estudiantiles liderados por la Federación Universitaria Potosina -quienes con anterioridad habían anunciado que votarían “en bloque”- se mantuvieron como un grupo compacto durante los minutos previos a la sesión, en medio de un ambiente de expectación.
UNA VOTACIÓN DE CASI TRES A UNO
Comenzó la sesión.
Durante el pase de lista, llamó la atención la presencia de Jonathan Zavala Camuñez, consejero alumno propietario de la Facultad de Contaduría y Administración, quien se había ausentado de varias asambleas sin justificación y sus constantes faltas ya habían sido evidenciadas durante la sesión ordinaria anterior.
Aunque en la sesión extraordinaria de este lunes se reportaron algunas inasistencias de consejeros propietarios, éstos fueron reemplazados sin contratiempos por sus suplentes y se declaró quórum legal, tras comprobarse que estaba presente la totalidad del CDU.
Antes de comenzar el proceso, el rector Alejandro Javier Zermeño Guerra se excusó de estar presente, para garantizar un proceso con certeza, imparcialidad y legalidad, pues él también fungía como candidato. Su solicitud fue aprobada y lo reemplazó el secretario general de la UASLP, Federico Garza Herrera, mientras que el puesto de secretario durante la sesión lo ocupó el director de la Facultad de Estomatología, Ricardo Martínez Rider.
La selección de los escrutadores se prolongó durante más de 10 minutos, en parte por la tardanza para acordar el proceso de votación para elegir a tres de los cinco propuestos, y también porque la presidenta de la FUP, Miroslava Giselle González Sánchez primero pidió sufragios por separado entre directores, consejeros maestros y consejeros alumnos, lo cual fue rechazado por el CDU. Después, aunque ella fue seleccionada como una de las escrutadoras, declinó adoptar dicho papel, “por cuestiones de voluntad”.
Martínez Rider leyó los detalles del proceso de votación, pero ésta todavía tardó 20 minutos más en comenzar, porque el sobre con las boletas estaba bajo llave; por la confusión sobre el número total de votantes -58 o 59-; por el conteo de las boletas -58 a utilizar y dos que fueron desechadas- y por preguntas y observaciones de representantes estudiantiles respecto a si las boletas estaban foliadas, el color de las papeletas, la insistencia de excluir las dos boletas que no se usarían, el orden en el que serían llamados los votantes y la solicitud de repetir la explicación sobre cómo se efectuaría la votación.
Bastaron 13 minutos para que los 58 integrantes del Consejo Directivo Universitario, emitieran sus respectivos sufragios. La presidenta de la FUP, última en el turno, levantó su boleta y la vio a contraluz, presuntamente en un intento por cerciorarse de que no estaba alterada.
Antes de iniciar el conteo, uno de los consejeros alumnos, como si se tratara de una tómbola, preguntó a los escrutadores si sería posible revolver el contenido de la urna “para tener más imparcia… para que ser más acertado”, petición que fue atendida y además se le informó que las papeletas se romperían en cuanto concluyera formalmente el proceso.
Una vez revisados los sufragios, Zermeño Guerra sumó 43 votos a su favor; Briano Turrent, 15 y ninguno para Nava Ortiz, lo que derivó en un aplauso por parte de quienes se encontraban en la sala “Manuel María de Gorriño y Arduengo”.
ENTRE LAS SONRISAS REALES Y LAS FINGIDAS
Las integrantes de la Comisión de Honor: Hilda Borjas, directora de la Facultad de Contaduría y Administración; Martha Griselda Rangel, consejera maestra y Miroslava González, presidenta de la FUP, salieron para llamar a Zermeño Guerra y escoltarlo a la sala, a fin de que dirigiera un mensaje.
Afuera, el personal universitario lo arropó con efusivos aplausos y gritos de “¡Zermeño!, ¡Zermeño!” y dentro de la sala, también recibió el reconocimiento de las y los presentes, lo que agradeció con un gesto de abrazo y una sonrisa en su rostro, todo ello ante decenas de reporteras y reporteros, muchos más de los que habitualmente acuden a las sesiones del Consejo Directivo Universitario.
En su primer mensaje ya como rector electo para el periodo 2024-2028, Zermeño Guerra agradeció la confianza depositada en su persona y recalcó que luego de los primeros cuatro años de la gestión que está a punto de concluir, “tenemos que sacar gran experiencia, darnos cuenta que hay cosas importantes por hacer, por mejorar”.
Confió en que durante los próximos cuatro años será posible erradicar “uno de los grandes cánceres de las instituciones, que es la violencia de género”, y añadió que la UASLP contará con estudiantes más preparados, docentes mejor capacitados y funcionarios “más dispuestos a entregar el esfuerzo por tener una mejor institución”.
Pidió a quienes integran la Universidad redoblar esfuerzos “y estoy seguro que haré todo el esfuerzo humano y sobrehumano para no defraudar esa confianza depositada”.
Una vez concluida la sesión, la tensa calma se disipó. Briano Turrent, con un ramo en el que resaltaba un girasol, dialogaba en corto con algunas personas mientras observaba la salida de las y los integrantes del CDU; Zermeño Guerra, por su parte, quedó parcialmente oculto entre las y los reporteros.
De manera improvisada una fila se formó en espera del turno para felicitar al rector reelecto, mientras funcionarios y consejeros compartían entre sí sus impresiones sobre lo sucedido en la sesión. Luego llegó el momento de las fotos. Todas y todos sin importar si votaron a favor o en contra de Zermeño, posaron con amplias sonrisas junto al médico, mientras él sostenía con sus dos manos un muñeco del Doctor Simi que le fue obsequiado, y el cual portaba un pin de la UASLP.
Afuera no tardaron algunos portales y cibernautas -muchos anónimos, otros no tanto- en comenzar a atacar tanto a Zermeño como a quienes votaron por él. Incluso con más ardor que neuronas, un pasquín digital publicó una enloquecida versión de compra de votos efectuada en el hotel Panorama la noche del domingo. ¡Y era la candidata que defendía la que se quejó todo el tiempo de “difamaciones y calumnias”!
Adentro, ahí donde se deben tomar las decisiones que competen únicamente a las y los universitarios, las mentiras no mermaron el entusiasmo de quienes expresaron su orgullo por estar unidos, por defender a su Alma Mater, por hacer oídos sordos a los cantos de las sirenas (¿o las aves verdes?), por ignorar a porros caducos y calumniadores profesionales y sobre todo, porque más allá de una Rectoría, votaron libremente y en defensa de una institución nacida libre.
Sí, ganó la autonomía.