
Cuando la desesperación aflora porque las cosas no se encaminan como se planeó, salen a relucir las ocurrencias más temerarias, las mentiras más insostenibles y los descuidos más elementales.
La desesperación lleva a la impotencia y de ahí el desesperado cae en los insultos más cobardes lanzados desde el anonimato y otras conductas deleznables disfrazadas de “prensa” y “libre expresión”. El desesperado sin ideas trasculca en el vertedero de sus propias miserias y elige las peores para dedicarlas a sus blancos. Ya metido en esos quehaceres, el ejecutor no controla su diarrea mental y embarra todo por su rastro de felonías.
Conforme se le acaban los plazos, el cochambroso termina por exhibirse a sí mismo como lo que es, un tipo enfermo de ambición, obsesionado por obtener influencia y erigirse como titiritero de todos los que logre hacer caer en sus enredos y más allá.
En esas penosas artes están, de un tiempo acá, los redactores e impulsores de “fake news” y ataques a la UASLP y a integrantes del Consejo Directivo Universitario que votará el próximo 1 de abril por quien habrá de encabezar el periodo 2024-2028 en la Rectoría.
Porros impresentables del pasado nunca superaron esa etapa de sus vidas y ya viejos y obsoletos, sueñan cada cuatro años con “poner” un rector pelele y mangonear a estudiantes que bien podrían ser sus nietos. En esas empresas, procuran conseguirse el padrinazgo de señores y señoras de la política y que conocen todavía menos que ellos a la Universidad, con la promesa de escriturarles hasta el Fondo de Pensiones de la Uni para que jueguen a gobernarla.
Desde hace meses este tipo de personajes inventan “noticias” contra quienes no les siguen el juego con material que los desmiente en sus propias publicaciones. Envejecieron muy mal en la nostalgia de sus tiempos porriles y no es muy difícil que cualquier día un agraviado, o agraviada, los exhiba como se merecen, de uno por uno: al de la botella, al “Niño Dios”, al de las juventudes verdes, al ex director mandilón, al funcionario estatal, al exitoso industrial de la extorsión y al “geniazo” que dictó la ocurrencia de sostener una propuesta de debate entre candidatos a la Rectoría con artículos de un estatuto que ya no está vigente.
De las “noticias” retorcidas pasaron a las falsedades, hechas circular por vía del WhatsApp en los teléfonos de directores y consejeros maestros. No está claro cómo tienen los teléfonos de todos ellos. Pretenden intimidar, dividir y quebrar.
Ayer, uno de estos pinacates de vertedero hizo divulgar una historia que involucra al secretario general de Gobierno, J. Guadalupe Torres Sánchez, y a una directora, respetada académica e investigadora SNI. Si se trataba de engrandecer al funcionario, no lo deja bien parado: lo pintan jactancioso, mentiroso, patán y nada digno de confianza.
Y si se trataba de afectar el buen nombre de la académica, lo único que consiguió fue la solidaria indignación de sus compañeros y la confirmación del riesgo que corre la autonomía si los consejeros maestros, alumnos y directores caen en los juegos de estos porros a comisión.
La historia esa traía de cola un nombre, presuntamente el autor.
Y luego dicen que el riesgo para la autonomía nada más lo ve el rector Zermeño.