(Fotos: Nataly Gómez y Entre Líneas)
Una playerita de las Tortugas Ninja, a juego con unos shorts color azul. Tendrá quizá unos cinco años de edad. Su madre lo ayudó a mantenerse de pie sobre una barrera de contención en el Eje Vial, mientras gritaba a todo pulmón y sostenía con sus manitas una pancarta en la que se leía: “No soy machín como los hombres de mi familia quieren”.
Antes de continuar su camino, el niño recibió un cariñoso aplauso de las mujeres que están a su alrededor. Un aplauso en el que le agradecieron que alzara la voz por ellas: por las que aún están, por las que ya no están y por las que en un futuro estarán.
Ese pequeño de edad pero grande de corazón acompañó a las miles de mujeres que se apropiaron de las calles de San Luis Potosí y alzaron la voz para exigir: “Ni una más”.
La movilización partió del Barrio de Tlaxcala y pronto, cuadras enteras del Eje Vial comenzaron a pintarse de color morado, conforme avanzaron niñas, adolescentes, universitarias, profesionistas, madres, abuelas… Todas unidas en una sola voz, la de la justicia.
“No somos una, no somos 10. Pinche gobierno, cuéntanos bien”; “Fuimos todas”; “Me cuidan mis amigas, no la policía”; “La v… violadora, a la licuadora” y “Se va a caer, se va a caer, el patriarcado se va a caer” fueron algunas de las muchas consignas que retumbaron entre los muros del centro de San Luis Potosí.
Frente a la Fiscalía General del Estado, el interminable contingente encabezado por familiares de víctimas, personas desaparecidas y grupos feministas se detuvo para honrar a quienes ya no están y para denunciar la falta de acción contra feminicidas, violadores y agresores de mujeres, todo ello, ante la mirada de varios elementos de la Guardia Civil Estatal que se encontraban en la azotea del Edificio de Seguridad Pública.
El inmueble quedó tapizado de lonas, pancartas y hojas con denuncias, lo mismo contra deudores alimentarios que políticos, agresores, machistas y misóginos. También hubo algunos vidrios dañados y a unos metros de ahí, una camioneta de la Fiscalía con pintas y cristales rotos, menos rotos que el alma de quienes han perdido a sus seres queridos.
Antes de retomar su avance, las integrantes de la marcha con el puño en alto señalaron que era momento de guardar silencio en señal de luto. “No estás sola” empezó a sonar poco a poco, hasta extenderse a toda la marcha, como un eco interminable, honesto y profundo.
Las mujeres continuaron por la calle Los Bravo y a su paso, muchas dejaron su huella con pintas y mensajes en las fachadas de tiendas, casas y aparadores. La mayoría se dirigieron hacia la Plaza de Armas y se detuvieron en recintos oficiales como Palacio Municipal, Congreso del Estado y Palacio de Gobierno, donde también quedaron plasmadas la consignas, las críticas por la inacción oficial y el reclamo por la impunidad aún existente.
“Confundí el amor con violencia” fue el mensaje que una mujer ya entrada en años escribió en una cartulina. Con su mensaje en la espalda caminó por el Centro Histórico, donde levantó la voz por ella y por tantas otras que han sobrevivido a los diferentes tipos de violencia machista.
Otra mujer, acompañada por quien al parecer es su madre, se plantó en la calle Álvaro Obregón con el mensaje: “Se regalan abrazos de mamá gratis. Yo sí te creo”. Ambas, con los ojos llorosos y una sonrisa en el rostro abrazaron con un cariño genuino y cálido a todas aquellas mujeres que se acercaron, ya sea porque necesitaban una muestra de afecto o bien, para agradecerles por su gran gesto y solidaridad.
A unos metros de ahí, una mujer cargaba orgullosa a su hijo, quien portaba una cartulina con la leyenda: “Somos la voz de las que ya no están”. Con una sonrisa, la madre aceptó ser fotografiada. En esa sonrisa, mostró su orgullo por educar a un hijo consciente de la importancia de respetar a las mujeres y luchar junto a ellas.
Y así como hubo hombres “mirones” que se ganaron el rechazo verbal de quienes salieron a protestar, también se observó a quienes acompañaron a la distancia a algunas integrantes, solo de vez en cuando se acercaban a ellas para preguntarles si necesitaban algo u ofrecerles agua. Después se retiraban para seguirlas sin interferir en la movilización.
Casi dos horas después de iniciar, la marcha feminista que no reconoció edades, ni profesiones, ni estratos sociales llegó a la Plaza de Fundadores, donde muchas, sobre todo las que iban acompañadas por sus hijas e hijos decidieron dar por terminada su participación.
Y mientras varias se concentraban en las puertas, vidrios y faroles del Edificio Central, otras pedían evitar la captura de imágenes. A unos metros de ahí, el grueso del contingente dejó las pancartas que las acompañaron durante todo el recorrido e interpretó el tema de Vivir Quintana que han convertido en un himno, para luego gritar a todo pulmón: “Sí se pudo, sí se pudo…”
Justo en ese momento, el sol que iluminaba la capital potosina se ocultó y las mujeres comenzaron a desperdigarse, con la esperanza de que algún día su grito permee en una sociedad aún impregnada de acciones machistas, esas que aún le exigen al pequeño niño de la playera de las Tortugas Ninja que sea un “machín”.
Algún día, ese día llegará.